
Sos diferente, no enfrasques la idea
Cuando empezamos a animarnos, la enfrascamos y automáticamente la idealizamos. Es en ese preciso momento donde la mochila toma un peso irreal.
Esta frase sacada de contexto no tiene ningún tipo de sentido, pero vamos a darle un marco introductorio.
Vos sabes que tenes ese “algo”, una destreza, un pensamiento, un arte, un negocio, una corazonada, ese algo que te posiciona en la fina línea subjetiva que te hace sentir “diferente”.
Sentirse diferente tiene sus profundidades, no viene al caso en este momento ahondar en este tema, vos sabes a que me refiero.
La idea nace desde tu molde
La idea siempre nace desde ese lugar, desde ese sentido de diferencia dentro del lugar de pertenencia. Desde el privilegio de poder pensar desde la comodidad. Quizás es el reto que te toca por no tener que preocuparte por cuestiones realmente preocupantes.
Lo que marco no es menospreciar esa “diferencia”, es simplemente darle un grado de realidad para bajar la presión que produce en nuestros objetivos personales. En otras palabras, quitarle peso a la mochila
Bien, tenemos el principio. Una idea que nace desde nosotros, como si fuéramos un molde que es y se siente diferente. Lo que no quiere decir que se «crea» diferente, y acá nace la segunda pesa que le ponemos a la mochila.
Salgamos del juego de palabras, sentirse diferente no es lo mismo que creerse diferente. Somos educados para enacajar, para pertenecer, para obedecer, no para creernos diferentes.
Sentirse diferente puede traer algunos efectos secundarios contraproducentes, como falta de sentido de pertenencia o falsa creencia de superioridad.
Somos diferentes, no vemos lo mismo cuando miramos, no oímos lo mismo cuando escuchamos, no pensamos lo mismo cuando en esas ocasiones pensamos por nosotros mismos.
No sos mejor que yo, ni yo mejor que vos, somos diferentes. Y desde ese lugar me siento obligado a construirme.
¿Con quién estas compitiendo?
Volvamos a los puntos de inicio, sos diferente y como tal, tenes un proyecto que es diferente. No es mejor que otro proyecto u otra persona, simplemente vos sos mejor al “vos de ayer” que no tenía ese proyecto.
Pero, cuando a estas ideas las ponemos en el mostrador de la competencia, automáticamente la estamos exponiendo a la ley de oferta y demanda. Desde ese lugar ya dejas de ser medido por tu “vos” de ayer y empezas a ser cotizado por el mercado. Y esto es un nuevo peso que le agregamos a la mochila.
Pienso, luego existo
Sigamos, soñamos una idea a futuro, para nosotros es increíble. Tengamos en cuenta que comenzamos a medir las cosas desde un lugar en donde no solo nos sentimos diferentes, sino que comenzamos a creerlo. Dejamos de lado de a momentos a la “competencia” y nos enfocamos en mirar para adelante.
No nos frenamos a mirar para atrás y ver el avance, enfocamos nuestra mirada hacia adelante y es ahí cuando el camino se hace interminable. Paremos, acá nuevamente se sumo peso irreal a la mochila.
Paremos a pensar, esa idea que tuviste es una buena propuesta, pero con los agregados que le hace nuestra “futurología”, automáticamente empieza a tomar una forma que parece imposible de conseguir. Como un frasco que no tiene la posibilidad de ser modificado por su creador sin que este se rompa.
Un proyecto es una masa que va tomando forma mientras más trabajamos en ella. Mientras más posamos nuestras manos en sus detalles. Que quizás de a momentos intenta endurecerse y dependerá de nosotros volverla al estado maleable.
Cada gota de agua que le agregamos la hace diferente, cada gramo de pasta que le ponemos le dará consistencia. Sera nuestra idea, nuestra diferencia puesta a disposición del proyecto lo que dará esa forma única, y hará que sea nuestra. Ni mejor, ni peor, ni menos o más rentable, simplemente será nuestra.
Mirame a los ojos
Es esto lo que te quiero decir cuando te miro, cuando mis ojos desesperados intentan hablar para que pares y te pienses. Que dejes de escuchar esas voces que aturden desde adentro para entender que no sos mejor, ni peor. Que no es una falsa sensación de superioridad o una inseguridad galopante que atraviesa tus decisiones.
Y cuando tu cabeza te ponga en frente ese futuro frasco hermoso, impoluto, posado en tu imaginario, que cuando lo miras y lo intentas proyectar parece imposible de lograr, tan inalcanzable que nos cansa… es ahí cuando debes frenar y razonar que en algún momento ese frasco fue un montón de masa y agua con unas manos que entendieron que el Arte está en el Proceso.
Abg. Franco Martinez Cea
Esp. Ingeniería gerencial
www.martinezcea.com.ar
@francomartinezcea