
Líderes que lideren
Los cambios generacionales ocurrían cada 50 años o más; hoy las brechas se acortaron, y todo ha cambiado tanto, que supongo es normal sentirse por momentos desorientado.
El Fordismo, a principios del S XX, trajo un modelo de trabajo en cadena, que para poder producir en serie, necesitaba el trabajo automatizado del ser humano. Ante esa necesidad, se empezó a educar a las personas para que se comporten como una máquina.
Una maquina repite una secuencia para la cual está programada, una maquina no crea, una máquina no razona. Y fue así, que el humano se automatizó. Pero, cuando llegaron los enormes avances tecnológicos, se reemplazaron las personas en las fábricas y las trasladaron a las oficinas, pero jamás se pensó en reemplazar el sistema.
Como consecuencia de esto en la actualidad, en diferentes culturas laborales del mundo, las maquinas sobran y escasean los humanos. A pesar de que lo desarrollado ya se encuentra establecido como una realidad, hay generaciones que siguen siendo educadas para ser maquinas.
Las fábricas automatizaron sus funciones, pero los grandes organigramas de poder, necesitan aún que sus colaboradores (empleados) obedezcan y apliquen las directivas que les asignen, sin pensar y sin margen de error.
La expansión de las empresas a nivel global, generó aún más estas cuestiones, posicionando en varios lugares de liderazgo a personas que no eran líderes. Las órdenes eran, y en algunos lugares aún lo son, dadas de una forma imperativa por personas capacitadas artificialmente, pero no dotadas de forma natural.
Esta situación comenzó a entender al liderazgo de una forma errónea, quitando del plano principal la cualidad natural de la toma de decisiones y la capacidad de motivar al otro. Por un buen tiempo, el liderazgo pasó a manejarse a través de presiones y condicionamientos económicos.
Esta nueva era, donde cambiaron los valores generacionales, la competencia comenzó a mutar, e inmersa en esta nueva realidad nos sumergió en un mercado que está constantemente en movimiento.
La inmediatez llegó con una premisa que nos obliga a replantearnos lo importante que es la rapidez y eficacia en la toma de decisiones, y es desde esta perspectiva donde resulta necesario replantearnos cuestiones relacionadas al liderazgo y sus capacidades para accionar positivamente en los equipos de trabajo.
El viejo sistema laboral, logró en las grandes empresas que en los grupos de trabajo, sus integrantes se vean como competencia y no como compañeros de equipo. Generando así, malos ambientes, propicios para utilizar la presión y el miedo como herramientas principales.
Hoy los cambios nos invitan a entender al trabajo, como un lugar de desarrollo personal, entendiendo al equipo de tareas, como un grupo humano que persigue una construcción individual en una estructura colectiva. A raíz de esto, la competencia interna debe comenzar a mutar, para ser medida como una herramienta de superación personal, y no en una escala comparativa con los pares.
Tenemos la obligación como líderes, de comenzar a individualizar a los integrantes de los equipos de trabajo. Suena utópico el cierre del escrito, pero los invito a pensar que si pudimos transformar en menos de 50 años a una persona en una máquina de trabajo en serie ¿Qué nos impide volver a convertirnos en seres humanos?
Abg. Franco Martinez Cea
www.martinezcea.com.ar
ra.moc.bocig @ocnarf