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En 1993, una profesora de primaria al pasar me dijo que Sarmiento no era lo que parecía. Yo tenía 7 años, que iba a pensar que ese niño buscaba todas las respuestas a cual pregunta se le cruzara.
Mis viejos me dieron las herramientas que estaban a su alcance, la vida me fue poniendo personas que fueron y son herramientas.
Empecé a buscar, comencé a leer, empecé a averiguar, comencé a encontrar más preguntas que respuestas.
Mis viejos se quedaron sin herramientas pero me empujaron a que me siga preguntando todo, y fue ahí, cuando comencé a quedarme sin respuestas.
Pero las respuestas empezaron a aparecer de la mano de un puñado de ojos, de miradas profundas y convicciones poco claras, pero cada uno tenía una parte del rompecabezas, y estaban dispuestos a ponerlas sobre la mesa simplemente esperando armar la pieza completa.
No hay edad, no hay genero, no hay política, no hay ego, solo tenemos una pieza que pertenece a un todo. Y sin saberlo, o sabiendo, comencé, comenzamos.
Cada pieza que encontraba otra pieza, generaba una nueva. Preguntas que al recibir respuestas, generan dos nuevas preguntas. Un juego interminable que depende directamente de la pieza que podes encontrar en el otro.
Me sentí escuchado, o quizás simplemente no me sentí solo en ese mar de preguntas. La historia me acerco a un camino que estaba plagado de historias. Los silencios comenzaron a ser pensamientos, y el pensamiento comenzó a generar cicatrices.
Estar dañado no me hace más débil, tener miedo me hace inseguro, y la inseguridad deja la toma de decisiones en terceros. Y si no manejamos nosotros nuestras decisiones, ¿Es nuestra… Nuestra vida?
¿Y si no hubiese sido por Sarmiento, hubiese sabido de Peñaloza? ¿Una pregunta te despierta y la respuesta te encuentra?
Hoy escribo sin limitaciones, ya dejé de escribir para alguien y comencé a escribir para otros. Otros que no conozco, otros a los cuales no puedo imaginarme que pensaran si ven mi nombre en el pie de página.
Imaginar lo que creo que piensa alguien me robo años de libertad, pero me empujo a escribir para otros. Y esos otros son muchos, tantos pensamientos que es imposible creer tenerlos bajo control. Y eso me hace libre.
El prejuicio no solo es dañino para el otro, es determinante para uno. La manía insostenible e injustificada de querer tener todo bajo control, debe caer automáticamente ante la certeza de que no podemos controlar el tiempo.
Abg. Franco Martinez Cea
www.martinezcea.com.ar
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Los cambios generacionales ocurrían cada 50 años o más; hoy las brechas se acortaron, y todo ha cambiado tanto, que supongo es normal sentirse por momentos desorientado.
El Fordismo, a principios del S XX, trajo un modelo de trabajo en cadena, que para poder producir en serie, necesitaba el trabajo automatizado del ser humano. Ante esa necesidad, se empezó a educar a las personas para que se comporten como una máquina.
Una maquina repite una secuencia para la cual está programada, una maquina no crea, una máquina no razona. Y fue así, que el humano se automatizó. Pero, cuando llegaron los enormes avances tecnológicos, se reemplazaron las personas en las fábricas y las trasladaron a las oficinas, pero jamás se pensó en reemplazar el sistema.
Como consecuencia de esto en la actualidad, en diferentes culturas laborales del mundo, las maquinas sobran y escasean los humanos. A pesar de que lo desarrollado ya se encuentra establecido como una realidad, hay generaciones que siguen siendo educadas para ser maquinas.
Las fábricas automatizaron sus funciones, pero los grandes organigramas de poder, necesitan aún que sus colaboradores (empleados) obedezcan y apliquen las directivas que les asignen, sin pensar y sin margen de error.
La expansión de las empresas a nivel global, generó aún más estas cuestiones, posicionando en varios lugares de liderazgo a personas que no eran líderes. Las órdenes eran, y en algunos lugares aún lo son, dadas de una forma imperativa por personas capacitadas artificialmente, pero no dotadas de forma natural.
Esta situación comenzó a entender al liderazgo de una forma errónea, quitando del plano principal la cualidad natural de la toma de decisiones y la capacidad de motivar al otro. Por un buen tiempo, el liderazgo pasó a manejarse a través de presiones y condicionamientos económicos.
Esta nueva era, donde cambiaron los valores generacionales, la competencia comenzó a mutar, e inmersa en esta nueva realidad nos sumergió en un mercado que está constantemente en movimiento.
La inmediatez llegó con una premisa que nos obliga a replantearnos lo importante que es la rapidez y eficacia en la toma de decisiones, y es desde esta perspectiva donde resulta necesario replantearnos cuestiones relacionadas al liderazgo y sus capacidades para accionar positivamente en los equipos de trabajo.
El viejo sistema laboral, logró en las grandes empresas que en los grupos de trabajo, sus integrantes se vean como competencia y no como compañeros de equipo. Generando así, malos ambientes, propicios para utilizar la presión y el miedo como herramientas principales.
Hoy los cambios nos invitan a entender al trabajo, como un lugar de desarrollo personal, entendiendo al equipo de tareas, como un grupo humano que persigue una construcción individual en una estructura colectiva. A raíz de esto, la competencia interna debe comenzar a mutar, para ser medida como una herramienta de superación personal, y no en una escala comparativa con los pares.
Tenemos la obligación como líderes, de comenzar a individualizar a los integrantes de los equipos de trabajo. Suena utópico el cierre del escrito, pero los invito a pensar que si pudimos transformar en menos de 50 años a una persona en una máquina de trabajo en serie ¿Qué nos impide volver a convertirnos en seres humanos?
Abg. Franco Martinez Cea
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ra.moc.bocigobfsctd@ocnarf
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Si en algo coincidimos todos, es que en este 2020 las economías del mundo obligaron a los actores del mercado a tener que ajustar la dirección varias veces. La rentabilidad y los costos se modifican sobre una base porcentual. En materia impositiva podemos ver la forma de dilatar vencimientos. Pero, ¿cómo hacemos para que el factor humano se adapte a cada uno de esos cambios?
Cuando llegan los últimos días hábiles del año, comenzamos a sentirnos cansados y a replantearnos cuestiones a modificar para cuando el calendario de su vuelta de página. Este año en particular, fue demasiado cansador para todos, lo que nos obliga a mirarlo con una objetividad superior.
Los que forman parte de nuestros equipos de trabajo, también vivieron con cierta incertidumbre la pandemia. Pero en la mayoría de los casos, no están preparados a los bruscos cambios de rumbo a los cuales están expuestos los empresarios, emprendedores o líderes de equipo.
Todos coincidimos en que se modificó considerablemente la forma de trabajar, el mercado cambió su forma de interactuar, y nos vemos obligados a adaptarnos lo más eficientemente posible. Y es en este punto en donde nuestro equipo de trabajo cumple un rol fundamental.
El factor humano de una empresa en la era de la nueva normalidad, viene a cumplir un papel decisivo en la interacción con el cliente y su entorno. La inmediatez en el intercambio de información no es algo menor a la hora de evaluar nuestra situación en el mercado.
Nuestro equipo de trabajo estaba adaptándose a la velocidad que exigían los negocios, pero nadie imaginaba que ese proceso que llevaría de 5 a 10 años, se vería forzado a adaptarse en solo 3 meses. Es inevitable que el clima de cualquier grupo humano se vea afectado, como dijimos alguna líneas atrás, en su mayoría no están preparados a reiterados cambios de rumbo de forma repentina.
El desgaste del factor humano, debe ser evaluado desde una objetividad individualizada. Entendiendo que hay roles que hoy pasaron a ser innecesarios, y otros potenciales, hoy empiezan a cobrar un valor más significativo. Debemos una vez más utilizar todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance para reubicar y potenciar las características de los equipos de trabajo.
Este año que nos deja nos obligó a reinventarnos una y otra vez, debiendo recurrir a nuestra creatividad durante todo el proceso, innovando, adaptando, generando ideas que nos permitan dar ese paso futurista en un escenario de total incertidumbre. Nosotros, el equipo de trabajo de Gicob, le deseamos y nos deseamos, que toda esa creatividad que tuvimos que sacar del cajón de los recuerdos, no la guardemos nunca más.
Abg. Franco Martínez Cea
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ra.moc.bocigobfsctd@ocnarf