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El tiempo ya dejo de ser un factor secundario en las pymes, hoy es un factor principal que define el posicionamiento en el mercado. Pero no todo es el mercado.
¿Por qué arrancar hablando de tiempo, si la temática del título no lo menciona? La era de la inmediatez, no solo condicionó el modo de comercializar, sino que trajo una nueva forma de ubicarnos en el entorno, y dejar de vernos solo como elementos de mercado.
La competencia llega a nosotros desde los primeros pasos en nuestra educación. Nos evaluaron y compararon con notas de carácter público, exponiendo abiertamente a los dueños de las mejores calificaciones en un cuadro que llamaban de honor.
Cada familia recibía una libreta que reflejaba el comportamiento de sus hijos, midiendo a todos con una misma vara, que no siempre se ajustaba a las realidades.
Pero, ¿Somos todos iguales? ¿Para donde nivelaban? ¿Estamos todos compitiendo?
Esta nueva forma de percibir el entorno, que llego de la mano de la globalización y de la posibilidad que le dio al mundo de conocer al mundo, nos vino a presentar planteos que antes hubiesen sido descalificados.
Cada ser humano es diferente y evaluarlo como un objeto de tareas repetitivas hoy resulta obsoleto. Fue conveniente para un mercado de automatizaciones humanas, que durante el Siglo XX, generó la necesidad de llenar fábricas de personas que obedezcan órdenes puntuales y reiterativas. Pero no todo es el mercado.
Si cambió… ¿Porque seguimos generando maquinas?
La complementación no es otra cosa mas que combinarnos para buscar algo mejor, más completo, y poder continuar en esa búsqueda utópica de la perfección de nuestro entorno.
La frase anterior tiene palabras que deben ser analizadas: utópico, combinar, perfección y entorno.
Combinarnos, unirnos, potenciarnos. Suena utópico, pero si frenamos un segundo, debemos darnos cuenta que es lo que nos permite sentirnos realizados. ¿O acaso estar en continua competencia nos potencia? Si el otro mejora, nos ayuda a mejorar. Si el otro crece, nos anima a crecer. El otro nos complementa.
La búsqueda de la perfección también suena utópico, y por momento genera cierto rechazo. Pero acaso no soñamos con una realidad justa, de dirigentes justos, en donde todos tengamos los mismos derechos y obligaciones. Ese entorno soñado, está lejos, pero estamos en el proceso y eso debe animarnos.
Somos demasiado finitos para poder tener alguna esperanza que nos aliente a esperar ver esta cuestión resuelta, pero esto no puede ser motivo de abandono, tiene que significar una invitación a disfrutar del camino.
Complementarnos es entendernos como partes de un camino, en donde vamos todos con el mismo deseo final, pero entendiendo que cada paso que damos nos acerca a esa perfección utópica.
Y si no voy a verlo resuelto, ¿por qué hacerlo? Simplemente porque el arte, siempre va a estar en el proceso.
Abg. Franco Martinez Cea
www.martinezcea.com.ar
ra.moc.bocigobfsctd@ocnarf
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Esto explicaría con claridad, lo que ocurre con la mayoría de las personas que tienen el sueño de emprender, pero cuando imaginan el futuro que desean, en la mayoría de los casos es superado totalmente por la frustración que genera la lejanía.
¿Y qué ocurriría si dejamos de lado ese futuro ideal, y nos detenemos en el proceso?
El proceso es el lugar en donde realmente se va a moldear ese futuro hipotético.
Centrarse en los detalles de ese futuro, es irrelevante, ya que será construido con los puntos que surjan del proceso.
Una idea, un proyecto o una innovación tienen que tener cubiertas cuestiones básicas para los primeros pasos, pero las cuestiones menores que van a ir surgiendo entre la creación y el supuesto ideal, son los actores principales de la historia.
Idear, planificar, hacer cálculos, imaginar, y volver a idear, es el comienzo. Pero se debe avanzar al segundo paso para poder ver si esos cálculos son exactos o deben ser revisados o modificados.
Ya escuché tu plan, ya escuché el futuro ideal, hasta me arriesgo a decir que me contagiaste por momentos la sensación de placer que genera ese futuro imaginario, pero…
¿Cuándo pasas al segundo paso?
El segundo paso es el proceso, el ahora, y en donde el arte, nuestro arte, es la que marca las huellas.
Cada plan, proyecto o negocio, tiene una idea, pero la misma es moldeada con seguidillas de improntas personales que le pongan los integrantes de la misma.
Mis escritos hablan de los equipos de trabajo, de la importancia del valor humano en los proyectos. Pero un proyecto que no pasa al proceso, es simplemente una idea. Y el mundo está lleno de ideas, se necesitan más procesos.
Cuando arrancas, te puede salir mal una, dos, mil veces, pero si el objetivo es claro, la constancia y la creatividad van a ser las herramientas que nos hagan parar cada vez que nos toque caernos.
¿Qué nombre le pondrías a tu miedo?
Al mío le puse “aceptación”, y cuando le di nombre le di entidad, y cuando lo pude reconocer, lo ataque con tantas fuerzas que me olvide que tenía miedo.
Ese impedimento es la fina barrera que separa la idea del proceso, y hasta que no lo superemos, no podrá aflorar nuestra inventiva, esos recursos que uno no sabe que los tiene, hasta tanto no abramos el cajón de los miedos.
Abg. Franco Martinez Cea
Esp. Ing. Gerencial
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@martinezceayasoc
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Obedecer, según la real academia española significa “Cumplir la voluntad de quien manda o lo que establece una ley o norma”.
No solo cambió el mercado, sino que también cambiaron los integrantes principales del mismo. Y debemos detenernos a entender que nuestro equipo de trabajo se está transformando.
¿Hacia donde vamos?
Una buena parte de las personas, que poseen la actitud necesaria para ser referentes dentro de los equipos, comenzaron a preguntarse si realmente son felices haciendo lo que hacen, y la respuesta en la mayoría de los casos, es “no lo sé”.
Este planteo no debería sorprendernos, ¿acaso sabemos realmente hacia dónde vamos?
Son pocos los afortunados que encuentran su vocación o deseo innato que los empuja a desarrollar con esfuerzo y dedicación un objetivo medianamente concreto. El resto, lo hace por dinero.
Hay una generación que empieza a ocupar altos rangos vacantes del mercado laboral, que no tienen miedo de cambiar de trabajo, que no van a permitir que le falten el respeto, y menos aún, no van a luchar si el objetivo no es colectivo.
Las empresas con estructuras verticalistas, comenzaron a modificar sus modos de administrar el poder. Pero en otros casos, la falta de adaptación los lleva a achicar sus organigramas. Cediendo de este modo, parte del mercado que poseían.
Esta nueva generación, no está teniendo aceptación por el antiguo modo de administración, es por eso, que comenzaron a verse nuevos actores en el mercado.
Un nuevo mercado
Si no pueden cambiar a una generación, deberán cambiar al mercado. Y esto es lo que está ocurriendo.
Home office, freelance, tercerización de tareas, eran cuestiones totalmente impensadas para la vieja escuela de negocios, pero hoy, estas tendencias no llegaron como una moda pandémica, llegaron como una elección de vida, que está buscando su lugar en el mundo.
¿Y qué pasa con aquellos que no están de acuerdo?
Esta pregunta recurrente se plantea como si todo en la vida fuera un blanco o negro, pero, ¿Qué pasa si estamos entrando en la “era de los grises”?
Los nuevos referentes
Pensar, pensar y pensar, no es otra cosa, más que buscar, buscar y buscar. ¿Y que se busca? ¿Acaso se quiere encontrar a través del pensamiento esa pasión innerente que nos complete?
Esta generación fue entrenada por un mercado que ya no existe, o si aún existe, no tiene cupos disponibles. Quizás por eso, la mayor parte de esta nueva generación no tiene en claro qué lugar quiere ocupar.
Las tareas de los líderes, ya no están basadas solo en objetivos comerciales. Estos vienen a cumplir un rol fundamental, que está relacionado directamente con esa búsqueda de respuestas.
Un equipo de trabajo que no invite a crecer a sus lideres e integrantes principales, ya no tendrá lugar en esta nueva generación, y es el mismo mercado el que está improvisando las herramientas.
Abg. Franco Martinez Cea
Esp. Ing. Gerencial
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Los tiempos avanzan y dentro de los equipos de trabajos tenemos rangos etarios, que van desde los 18 a los 65 años, siendo esto uno de los nuevos desafíos del liderazgo.
Los jóvenes, su relación con lo inmediato y la necesidad de encontrarle un sentido al trabajo, que exceda lo económico, ha planteado un dilema difícil de manejar puertas adentro para los líderes, emprendedores y empresarios.
Los equipos de trabajo homogéneos
Un mostrador en donde se utilizaba el miedo como mecanismo de control ya no tiene validez para esta nueva generación, pero sigue siendo la sombra de aquellos que están en sus últimos años de actividad.
A la hora de tener que lidiar con estos grupos de edades heterogéneas, suele ocurrir que la misma directiva no termine siendo efectiva para el conjunto, o hasta llegue a generar malestar en uno de los sectores.
Los jóvenes necesitan una cierta flexibilidad en sus tareas, mientras que esto a los experimentados, suele generarles una sensación de alta permisividad de parte de los encargados de las toma de decisiones.
Y los experimentados, necesitan sostener cierta estabilidad en sus tareas (tema difícil de mantener en los tiempos que corren), y esta situación de adaptación, llega por momentos a generar en los jóvenes, una sensación de superioridad frente a sus pares.
Es necesario y determinante generar un canal de comunicación claro para nuestro equipo de trabajo, donde de forma individual, cada uno entienda y reconozca sus virtudes y debilidades. Para evitar conflictos en las directivas grupales.
El reconocer virtudes y debilidades de forma individual le va a permitir a cada integrante, focalizar su atención en el perfeccionamiento de habilidades y la mejora de deficiencias, quitando de esta manera la atención sobre sus pares.
La claridad en la comunicación debe ayudar a trasmitir el entendimiento que se tiene sobre cada uno de las partes del equipo, en otras palabras, compartir de forma constructiva la mirada que se tiene sobre los demás integrantes del equipo, intentando generar un proceso de construcción colectivo.
Tiempos de transformación
Pensar lo expuesto como una cuestión utópica es colocarse erróneamente en un estado de quietud. Los nuevos tiempos demandan más participación desde los sectores de liderazgo para generar lazos que dispongan objetivos en común, en lugar de solo órdenes imperativas.
Transmitir confianza, en conjunto con la idea de un crecimiento colectivo; no viene a imponerse solo como un discurso motivador, sino que llega para hacer un cambio estructural en el modo en que se maneja el mercado.
Abg. Franco Martinez Cea
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Los cambios generacionales, siempre traen aparejados algunos nuevos conceptos que suelen ser un dolor de cabeza para los empleadores. Pero los mismos no corresponden a otra cosa más que a la persecución de un estado de equilibrio.
Ese estado de equilibrio, suele por momentos pisar los extremos, confundiendo el término libertad, con libertinaje. Transformando una construcción positiva, en un acto de rebeldía sin sentido.
El año 2020, aceleró los procesos de transformación, y la inmediatez, concepto repetido en varios artículos, obligó a las empresas a accionar un modo de trabajo ágil y automatizado, reubicando al ser humano en un nuevo lugar dentro de la misma.
La gestión de tecnología como intermediaria necesaria y por excelencia, no solo resuelve la inmediatez, sino que también, llegó para acortar distancias, generando en nuestro equipo de trabajo un cambio de rumbo, que nos obligó a considerar la capacidad de adaptación como una de las principales herramientas de valor.
Los integrantes más jóvenes de los equipos de trabajo, son comúnmente los que con mayor celeridad pueden adaptarse a los cambios que requirió esta situación, pero suelen tener una negativa a la hora de generar y potenciar el sentido de pertenencia.
Es aquí en donde nace un nuevo desafío, que consiste en encontrar la forma de despertar la motivación dentro de esos grupos de trabajo, que nos permita planificar a mediano y largo plazo.
Entender al equipo de trabajo como herramienta principal, nos permite diseñar planes que puedan ser modificados de forma espontanea, sabiendo que los eslabones fundamentales de nuestra estructura acompañaran el movimiento.
Los jóvenes de hoy, formados con tecnología, y ampliamente superiores en esta materia a su generación anterior, en la cual se encuentran entre otros sus padres y educadores, entienden a la inmediatez como parte de su rutina.
Detectar, potenciar y fomentar la superación de los integrantes principales de nuestros equipos de trabajo, les aportará herramientas personales, que debemos combinar con un ambiente laboral que genere sentido de pertenencia y posibilidades de superación personal.
Este cambio de paradigma, nos invita a buscar en nosotros las mejores herramientas que puedan potenciarnos para crear los espacios y oportunidades necesarias que la nueva generación necesita, para que de este modo, se logre transmitir la idea de un crecimiento colectivo.
Abg. Franco Martinez Cea
www.martinezcea.com.ar